Empujó con el hombro la puerta principal, y la carcomida armazón de madera se derrumbó sin estrépito, en un callado cataclismo de polvo y tierra de nidos de comején.
Así me quedo tranquilo. Le deseo una estancia agradable en nuestra ciudad. Cualquier cosa estoy a su disposición. Ahora voy por el coche y espéreme por favor en la puerta principal.
La puerta principal daba a un patio oloroso a gatos y adormideras, la ventana a la ciudad adonde la trajeron convaleciente en silla de mano y una puerta pequeña a otra habitación.